Alejandro Sanz arranca en Córdoba una gira española llena de títulos clásicos
Sin miedo a la nostalgia y haciendo feliz a sus fans, Alejandro Sanz dio el sábado inicio en Córdoba a la etapa española de su gira Paraíso, que alterna temas de su último disco, Paraíso Express, con grandes clásicos de su discografía, como Cuando nadie me ve. Combinando baladas y temas más movidos, Sanz dio a su público lo que quería: un menú con canciones de toda su carrera. "Nueve años sin venir a Córdoba, es para matarme", les saludaba Sanz, entre risas, tras terminar la apabullante versión de Mi Peter Punk, una de las canciones de su último disco, y con la que se inició el concierto.
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El cantante invitó al escenario al guitarrista Vicente Amigo
A las cerca de 10.000 personas que habían acudido a verle a la plaza de toros, conocida como El Coso de los Califas, su prolongada ausencia desde su visita en 2001 parecía traerles sin cuidado. Tampoco el sonido, no muy nítido en ocasiones, importaba a las fans. Estaban entregadas y lo demostraban cantando. Las voces que más se dejaron oír fueron las de las adolescentes de hoy. Aunque las mujeres que sufrieron el acné cuando el cantante andaluz se hizo una estrella, a comienzos de los noventa, también acompañaron cada estribillo. Al igual que muchos hombres, que disfrutaron con las canciones. Para todos ellos, el cantante tuvo guiños del pasado: "Voy a cantar una de hace tiempo. A ver qué sensación les produce esta canción", dijo al comenzar la lenta Si hay dios.
El montaje que enmarca las actuaciones de Alejandro Sanz en su gira es espectacular. Una especie de telón luminoso que ascendía y descendía perfilaba un sky line que se iluminaba con distintos colores y motivos en función de las canciones. El escenario se prolongaba unos metros hacia el interior del ruedo, permitiendo al músico acercarse todavía más a la audiencia.
Sanz actuó arropado por un elenco de nueve músicos y dos coristas americanos, africanos y europeos, liderados por el guitarrista neoyorquino Mike Ciro. Todos ellos daban distintos sabores a los temas del compositor. Así, ofrecieron un giro muy rockero al clásico Viviendo deprisa, e incluso aparecieron ecos de guitarras heavies en Cuando nadie me ve.
Pero nunca se renunció a las raíces aflamencadas que han caracterizado a Sanz. Para subrayarlas, el cantante invitó al escenario a su amigo Vicente Amigo, muy sonriente. "Un cordobés mundial al que quiero mucho", dijo sobre él. "Que nos oigan bien fuerte, vamos Vicente", le animó el cantante. El guitarrista, afincado en Córdoba, le acompañó en la sexta canción, Corazón partío, que terminó con cierto sabor latino en el piano. Tras fundirse en un abrazo ambos amigos, el guitarrista despidió su intervención gritando "¡Viva Córdoba y viva Alejandro!".
Desde el primer momento, el cantante madrileño se metió al público en el bolsillo. Y se mojó: "¿Dónde estoy? Ah, sí, en Córdoba, la capital cultural de 2016 ¿Cómo no va a ser Córdoba capital cultural de Europa?", dijo en referencia a la candidatura de la ciudad, mientras todo el público rompía en aplausos y comenzaba a sonar la canción Nuestro amor será leyenda.
Los dos últimos temas -previos a los extras-, No es lo mismo y Looking for paradise, encendieron el escenario y desataron los bailes entre el público, desde la arena hasta el último graderío.
Sin miedo a la nostalgia y haciendo feliz a sus fans, Alejandro Sanz dio el sábado inicio en Córdoba a la etapa española de su gira Paraíso, que alterna temas de su último disco, Paraíso Express, con grandes clásicos de su discografía, como Cuando nadie me ve. Combinando baladas y temas más movidos, Sanz dio a su público lo que quería: un menú con canciones de toda su carrera. "Nueve años sin venir a Córdoba, es para matarme", les saludaba Sanz, entre risas, tras terminar la apabullante versión de Mi Peter Punk, una de las canciones de su último disco, y con la que se inició el concierto.
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El cantante invitó al escenario al guitarrista Vicente Amigo
A las cerca de 10.000 personas que habían acudido a verle a la plaza de toros, conocida como El Coso de los Califas, su prolongada ausencia desde su visita en 2001 parecía traerles sin cuidado. Tampoco el sonido, no muy nítido en ocasiones, importaba a las fans. Estaban entregadas y lo demostraban cantando. Las voces que más se dejaron oír fueron las de las adolescentes de hoy. Aunque las mujeres que sufrieron el acné cuando el cantante andaluz se hizo una estrella, a comienzos de los noventa, también acompañaron cada estribillo. Al igual que muchos hombres, que disfrutaron con las canciones. Para todos ellos, el cantante tuvo guiños del pasado: "Voy a cantar una de hace tiempo. A ver qué sensación les produce esta canción", dijo al comenzar la lenta Si hay dios.
El montaje que enmarca las actuaciones de Alejandro Sanz en su gira es espectacular. Una especie de telón luminoso que ascendía y descendía perfilaba un sky line que se iluminaba con distintos colores y motivos en función de las canciones. El escenario se prolongaba unos metros hacia el interior del ruedo, permitiendo al músico acercarse todavía más a la audiencia.
Sanz actuó arropado por un elenco de nueve músicos y dos coristas americanos, africanos y europeos, liderados por el guitarrista neoyorquino Mike Ciro. Todos ellos daban distintos sabores a los temas del compositor. Así, ofrecieron un giro muy rockero al clásico Viviendo deprisa, e incluso aparecieron ecos de guitarras heavies en Cuando nadie me ve.
Pero nunca se renunció a las raíces aflamencadas que han caracterizado a Sanz. Para subrayarlas, el cantante invitó al escenario a su amigo Vicente Amigo, muy sonriente. "Un cordobés mundial al que quiero mucho", dijo sobre él. "Que nos oigan bien fuerte, vamos Vicente", le animó el cantante. El guitarrista, afincado en Córdoba, le acompañó en la sexta canción, Corazón partío, que terminó con cierto sabor latino en el piano. Tras fundirse en un abrazo ambos amigos, el guitarrista despidió su intervención gritando "¡Viva Córdoba y viva Alejandro!".
Desde el primer momento, el cantante madrileño se metió al público en el bolsillo. Y se mojó: "¿Dónde estoy? Ah, sí, en Córdoba, la capital cultural de 2016 ¿Cómo no va a ser Córdoba capital cultural de Europa?", dijo en referencia a la candidatura de la ciudad, mientras todo el público rompía en aplausos y comenzaba a sonar la canción Nuestro amor será leyenda.
Los dos últimos temas -previos a los extras-, No es lo mismo y Looking for paradise, encendieron el escenario y desataron los bailes entre el público, desde la arena hasta el último graderío.